El ELN en Venezuela: Cómo la guerrilla colombiana consolidó su poder con apoyo chavista

El ELN ha consolidado su control territorial en Venezuela con la complicidad del régimen chavista. Esta expansión criminal amenaza la estabilidad regional y fortalece al crimen organizado transnacional.

La advertencia ya no es una sospecha ni una hipótesis alarmista: el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se ha consolidado como un actor de poder territorial en Venezuela. Su expansión, facilitada y en muchos casos promovida por el régimen chavista, transforma a Venezuela en uno de los principales epicentros del crimen organizado en América Latina, como muestran investigaciones recientes de Pirate Wires, InSight Crime, la BBC Mundo, InSight Crime, entre otros.

En su investigación “ELN Consolidates Control in the Venezuelan Border” (Pirate Wires), se documenta cómo el grupo guerrillero colombiano ha pasado de ser un actor más en la periferia fronteriza a convertirse en una fuerza hegemónica en regiones como Apure, Táchira, Zulia, Amazonas y Bolívar. Desde estos enclaves, el ELN no solo controla rutas de narcotráfico, sino también actividades mineras ilegales, extorsión de comercios y hasta la administración de servicios —por ejemplo, impuestos informales—, ante la retirada o complicidad de las autoridades venezolanas.

Una reciente investigación de InSight Crime confirma esta dinámica: «El ELN en Venezuela ha diversificado sus actividades ilícitas, establecido bases permanentes y cooptado instituciones locales». El Estado, lejos de combatirlos, los ha utilizado como instrumento para controlar poblaciones locales, desplazar a otros grupos armados considerados «no aliados» y sostener zonas donde la autoridad chavista es frágil o inexistente.

La BBC Mundo, en su artículo «Cómo el ELN se consolidó en Venezuela«, destaca que el fortalecimiento del grupo responde a un intercambio de favores: seguridad y control social a cambio de libertad de acción económica. Una relación simbótica que expone cómo el Estado venezolano ha terciarizado funciones soberanas en manos de una organización armada extranjera.

Un ecosistema de crimen autorizado

Como analizamos previamente en La Gran Aldea (“Narcotráfico en Venezuela: El control de la ilegalidad”), el chavismo ha convertido el territorio en un «ecosistema de crimen autorizado», donde estructuras como el ELN, el Cártel de los Soles, y mafias de la minería ilegal coexisten y colaboran, bajo la lógica de «quien garantice gobernabilidad en zonas olvidadas, puede operar».

El politólogo Enderson Sequera, en su análisis “Los tentáculos chavistas hacen peligrar al continente”, advertía que esta alianza no es un problema local: «El chavismo ha internacionalizado el delito como estrategia de supervivencia, exportando desestabilización, narcotráfico y violencia». La expansión del ELN en Venezuela es una pieza fundamental en esa estrategia de exportación del caos.

Implicaciones continentales

La consolidación territorial del ELN en Venezuela tiene profundas consecuencias para la seguridad regional. Las rutas del narcotráfico hacia Centroamérica, el Caribe y Estados Unidos están ahora en manos de un grupo que opera con la protección estatal venezolana. Además, el ELN utiliza estos espacios para refugiarse, rearmarse y financiar su operación insurgente en Colombia, dificultando cualquier negociación de paz real.

Mientras el régimen de Maduro proyecta una imagen internacional de apertura diplomática, en el terreno consolida una de las redes criminales más peligrosas de la región. Venezuela ha dejado de ser un único Estado fallido para convertirse en un Estado cómplice del crimen organizado internacional.

Un llamado de atención urgente

La expansión del ELN en Venezuela no solo agrava la crisis humanitaria interna, sino que también multiplica los riesgos para toda América Latina. Se trata de un fenómeno transnacional que requiere respuestas coordinadas, firmes y basadas en evidencia.

Como distintos dirigentes políticos, comenzando por la propia María Corina Machado, hasta diversos investigadores y analistas han insistido, el problema venezolano ya no es exclusivamente de los venezolanos. La defensa de la democracia, la paz y el Estado de derecho en el continente pasa también por frenar esta metástasis criminal.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.