Yelitse Espinoza: “A mis nietos les decimos que su papá está trabajando”

Yelitse relata el momento de la detención ocurrida sin orden judicial y mientras Luis se encontraba con su esposa en Caucagua, así como los días de incertidumbre y negación de paradero que vivieron sus familiares.

Yelitse Espinoza es la madre de Luis Istúriz, dirigente del partido Vente Venezuela en el estado Miranda y miembro del equipo político que acompaña a María Corina Machado. Desde el 24 de agosto de 2024, Luis se encuentra detenido en la sede del SEBIN, en El Helicoide, bajo cargos que su familia considera completamente infundados.

En esta entrevista, Yelitse relata el momento de la detención ocurrida sin orden judicial y mientras Luis se encontraba con su esposa en Caucagua, así como los días de incertidumbre y negación de paradero que vivieron sus familiares. Habla sobre las condiciones de reclusión, el retraso en las visitas, la falta de acceso a una defensa privada, y el impacto emocional y económico que han enfrentado como familia, especialmente en la vida de los hijos pequeños de Luis.

Yelitse sostiene que su hijo está preso por hacer política y por creer en una Venezuela libre. 

¿En qué fecha ocurrió la detención de su hijo y cómo se enteraron?

El jueves 22 de agosto yo estaba de cumpleaños, y lo fuimos a celebrar a la casa de mi hija el sábado 24. Nos quedamos allí el fin de semana, y ese mismo sábado, aproximadamente a las diez y media de la mañana, él salió de la casa en Caucagua. Al salir, había una alcabala a unos 500 metros, más o menos. Allí lo interceptaron y lo detuvieron junto con su esposa.

Como somos conocidos en la zona, casi de inmediato, alrededor de las once de la mañana, nos enteramos de que lo habían interceptado. Ahí comenzamos a buscarlos en diferentes comisarías policiales.

Al principio, nos dijeron que lo habían llevado a la sede del SEBIN en Caucagua, pero allí nos informaron que no lo tenían. Luego fuimos al SEBIN de Guatire, y los funcionarios también negaron que estuvieran allí. Fuimos en múltiples ocasiones ese mismo día, el 24. Siempre nos negaron que estuvieran detenidos en ese lugar.

El lunes 26 nos fuimos al SEBIN de Caracas. Nos atendieron y nos confirmaron que él se encontraba en El Helicoide, en San Agustín. Mis hijas y yo, en esa oportunidad, no conocíamos el lugar. Estuvimos en una parte baja de San Agustín, desorientadas. Luego nos indicaron por dónde subir y dónde podríamos obtener más información.

El martes 27, cerca del mediodía, nos confirmaron que sí, que estaba recluido. Nos dijeron que no nos preocupáramos, que él estaba bien. Me explicaron cómo era el proceso, cuáles eran los días de paquetería y los días en que podíamos ir. Sin embargo, todo fue poco a poco. Ese día nos reseñaron a mí y a mis dos hijas, para saber quiénes éramos. Así empezó todo: a esperar, a hacer diligencias.

¿En qué momento sueltan a la esposa de Luis?

El día 26, en horas de la tarde, nos llegó un mensaje informando que ya la habían soltado y que estaba en su casa. Fuimos a confirmar que fuera cierto.

Ella estaba muy, muy nerviosa en ese momento. No nos pudo atender. Tenía una crisis de nervios por todo el proceso que vivió. Duró muchos días en crisis, no podía hablar con nosotros ni retomar su trabajo. No podía ver nada. Si veía una alcabala, volvía a caer en crisis.

No fue sino hasta casi tres semanas después, cuando logró estabilizarse, que pudimos ir con ella a visitar a Luis a El Helicoide.

¿Ella pertenece a Vente Venezuela o está relacionada con la actividad política de su esposo?

No. Se la llevaron porque estaba con él.

¿Desde el primer día los dejaron verlo?

No. A los 75 días autorizaron la primera visita, pero esas visitas estaban sujetas a cambios. A veces te dan unos días, otros días no te dejan entrar; se interrumpen. Todo depende de cómo esté la situación allí dentro.

Al principio siempre íbamos, aunque no tuviéramos visita. Los días de paquetería eran martes, jueves y sábado. Le llevábamos ropa y recibíamos lo que él nos mandaba. Luego comenzaron las visitas: los lunes podíamos ir a verlo. Ahora todo ha cambiado: su esposa y los hijos van los martes; a sus hermanas y a mí nos toca los sábados.

¿Luis pide algo en específico?

Sí, sí pide. Al comienzo no nos dejaban tener contacto, así que él mandaba un papelito o algo. Pero, repito, no teníamos acceso; los guardias nos comunicaban lo que necesitaba y nosotros lo comprábamos. A veces pide comida, otras veces medicamentos, porque Luis es asmático. En la celda hay mucha humedad, así que tenemos que llevarle antialérgicos, inhaladores, todas esas cosas.

¿Ustedes tenían alguna certeza de que esos medicamentos le llegaban a Luis?

No, para nada. No teníamos certeza de que esos medicamentos le llegaban. Sin embargo, cuando pudimos tener acceso a él a través de las visitas, él nos comentó que sí le llegaban.

¿Comparte celda con cuántas personas?

Son 15 y duermen en literas.

¿Luis ha sido formalmente procesado? ¿Su defensa es pública o privada?

Pública. De hecho, no le permitieron tener abogado privado; le asignaron uno público. Se llama Edwin Torres. Sabemos que ya le hicieron la audiencia preliminar. Luis ni siquiera estaba informado de la fecha. Solo llegaron en la madrugada, lo trasladaron dentro de El Helicoide y se la hicieron por videollamada o Zoom. No sé con certeza cómo, pero fue por video.

¿Qué cargos o delitos se le imputan?

Le imputan seis cargos: forjamiento de documentos públicos, instigación, desobediencia a las leyes, asociación, conspiración y sabotaje.

¿Han recibido algún tipo de respaldo por parte del partido o del Comando Con Vzla?

Sí, desde el primer momento. María Corina Machado lo sabe, al igual que el equipo de Vente Miranda. Todos conocen la situación y saben cómo fue detenido Luis. Él está dentro de la misma causa que el señor Edmundo, María Corina y el yerno de Edmundo (Rafael Tudares).

¿Cómo describiría su estado de salud, tanto física como mental?

Bien. Ellos allí se ayudan mucho entre sí. En algunos momentos siente un poco de desesperación, pues ya son ocho meses encerrado. Pero igual nos dicen que este proceso es lento y que tenemos que ser fuertes.

¿Luis hace alguna actividad física dentro de El Helicoide?

Sí, siempre y cuando no haya ningún problema ni cambios de directivos. Les permiten ir a la cancha. Los sacan una vez al día, creo que por tres días a la semana, algo así.

¿Qué actitud han tenido los oficiales con ustedes?

Son bastante herméticos. Nosotros nos limitamos a dar nuestra cédula, saludar y esperar que nos den acceso.

¿Cómo se encuentran usted y su familia ante esta situación?

Es sumamente duro, difícil, tanto emocional como económicamente. Aunque, gracias a Dios, nos hemos unido: su esposa, mis dos hijas y yo. Ahí nos damos fortaleza y seguimos adelante porque tenemos fe y esperanza de que esto pueda cambiar.

Deseamos que Luis y todos los presos políticos sean liberados, porque hacer política no es un delito. Ninguno ha cometido ningún tipo de crimen. Luis es abogado penalista; hay gente muy profesional que debería estar sirviendo al Estado para sacarlo adelante, pero están allí, siendo personas inocentes.

Nos hemos unido y oramos mucho. Estar juntos y pedir que este proceso termine para que mi hijo regrese a su casa, sobre todo por sus niños. Luis tiene dos hijos: una niña de seis y un niño de cuatro años. Es bastante difícil.

¿Qué le dice usted, como abuela, a esos niños sobre la situación de su papá?

Hasta ahora les hemos dicho que su papá está trabajando con María Corina y que pronto regresará a casa. Sin embargo, después de ocho meses, ya están empezando a hacer muchas preguntas.

Desde el equipo de María Corina nos ofrecieron ayuda para canalizar apoyo psicológico para los niños, y me imagino que eso permitirá irles diciendo la verdad poco a poco. Ese proceso todavía está por realizarse.

Los niños van al colegio, practican deporte, y los martes están dedicados para que puedan ver a su papá.

¿Qué comentan ellos del lugar? ¿Han preguntado por qué tienen que ver a su papá allí?

Sí, preguntan. Pero les decimos que está trabajando. Cuando ven a los guardias en la primera puerta (que están armados) nos preguntan, y les explicamos que están ahí para proteger el lugar.

Con los niños hay un trato especial: no los revisan y hay respeto, como debe ser.

¿Qué cambios han tenido que hacer en su vida cotidiana desde la detención?

Al principio fue muy difícil retomar la vida normal. A mí todavía me cuesta mucho. Teníamos un negocio, un salón de belleza, y tuvimos que cerrarlo por toda la situación: persecución, parte económica… La decisión se tomó como la mejor opción para tener menos problemas y menos angustia.

Gracias a Dios, mis hijas trabajan, son profesionales. Yo estoy en casa. Ellas me ayudan, igual que la esposa de Luis. Además, Luis tiene amigos que también han colaborado, sobre todo con el colegio de los niños. Tenemos familiares que ayudan con la merienda. Entre todos hemos formado un equipo para poder seguir adelante ante la ausencia de Luis, tanto física como económicamente.

¿Tienen miedo frente a lo que pueda ocurrir?

Claro. No es vida. Uno debe cuidarse: con quién hablar, qué decir por teléfono. Hay que estar pendiente de todo.

Siento miedo siempre por mi hijo. Él está preso, y nadie está bien preso. Tú no sabes qué va a pasar ese día, cómo van a amanecer las cosas. Aunque sean cordiales, no son amigos, y mucho menos de los que están encerrados.

Al principio era más difícil; nos cuidábamos más. Yo tenía que reiniciar mi teléfono de fábrica una vez al mes, recomendado por el mismo defensor público. Ya no lo hago, pero me cuido. Leo cosas, no doy like a nada, trato de medir lo que converso. Hablo en clave la mayoría de las veces.

Al principio me seguían. Por eso el defensor me aconsejó que debía cambiar de lugar en ciertos momentos. Ahora ya no lo hago. Me siento más tranquila, como si todo se hubiera normalizado.

¿Qué dice él actualmente de lo que está pasando, de lo que está viviendo?

Él dice que es un proceso bastante duro, pero confía en que esto va a pasar y que todos saldrán en libertad. Siente que sí se está trabajando, que se están haciendo las cosas bien y que pronto estarán en casa con sus familias.

¿Por qué Luis decidió dedicarse a la política?

Comenzó a los 17 años, de la mano del exgobernador Enrique Mendoza. Siempre le gustó, porque decía que la política, con “P” mayúscula, era para que un país fuera cada día mejor y libre, y para que su gente encontrara estabilidad y un futuro, tanto educativo como laboral, sin tener que emigrar.

Él siempre ha luchado por eso, por los derechos humanos, por todo.

Desde siempre ha trabajado en el estado Miranda. Lo conoce mucha gente, ha hecho su trabajo allí. Se graduó en la Universidad Central de Venezuela, fue miembro de la FCU. Siempre ha tenido esa vena política.

De hecho, yo le decía: “Hijo, debes tener cuidado. Mira que la situación con esta gente no es fácil.” Y él me respondía: “Mami, hay que trabajar por el país, por su libertad. No podemos quedarnos de brazos cruzados y dejar esto así.”

Yo le repetía: “Hijo, tengo mucho miedo. Cuídate, no te expongas.”

Él siempre decía: “Hay que luchar por este país para que vuelva la democracia y la libertad.”

Todavía me lo dice.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.